Espejos
1. En estas entradas incluyo observaciones sobre cómo he desarrollado mis actuales relaciones personales con las personas dentro de mi mismo rango de edad. En base a estas observaciones argumentaré a favor de un método de interacción que favorecería que tenga relaciones con mayor valor afectivo a largo plazo. Este texto me sirve a mi como una lucha contra mis tendencias esquizoides y nihilistas. El texto funciona como una autobiografía con elementos ficticios: las personas descritas son herramientas literarias.
2. Rápidamente quiero sentar mi actualidad para quienes no me conocen personalmente. Actualmente estoy terminando mi licenciatura en psicología clínica. Se atrasaron mis estudios debido a un periodo de prácticas profesionales que reprobé CAABI. En estos últimos meses he tenido muy poca actividad: ante la falta de la rutina y las personas que participaban como objetos de mis pensamientos, me encuentro pensando meramente sobre la ausencia de estos. En mi mente he tallado un hueco en donde analizo a las personas que me rodean con la esperanza de que reflejen algo sobre mí, cuando los ignoro intuitivamente me posiciono a mi mismo como el objeto de estudio.
3. Cuando divago en mi pasado no se que planeo encontrar si no es las piezas de mi vida que ya conozco bien. Hace mucho ya construí el motor de mis pensamientos y cualquier ajuste solo sirve para hacer los pequeños ajustes necesarios para proteger mi ego de operar de otra manera que no sea mediante la comparación con otras personas; sin embargo, sigo divagando. Para realizar estas comparaciones me he visto en la necesidad de partir del supuesto que todas las personas con las que trato tienen la misma capacidad de razonar que yo, a demás de que no actúan desde una maldad esencial. Si no parto de esa asunción cualquier comparación se vuelve inútil, dado a que tendería a caer en juicios autoreferenciales donde mi posición solo se valida, desvalidando al otro. Detesto los marcos terapéuticos que reducen al paciente a un chango estúpido, pecador y egoísta que se pueden civilizar sólo lo suficiente para que pueda tolerar vivir en sociedad. He visto profesores que, al basarse en estos modelos, imponen esta visión de 'primate malvado' para reforzar su rol paternalista tanto en la clínica como en sus relaciones personales. Te odio profesora Isabela.
4. Si seguir divagando en el pasado es el método en el que refuerzo mi ego ¿Qué pasa si lo dejo de reforzar? Quizá no estoy buscando un cambio en mí mismo por que dentro de mi pensamiento yo significo una persona sana en mi ambiente, adaptado dentro de mi contexto social. Divagar en el pasado me ha resultado fácil, bajo la posición de que soy alguien disidente y que es incapaz de no llenar un nicho ¿Mi yo se siente naturalmente más adaptado entre más inadaptado se posicione de los demás? Esta ironía resuena parcialmente en lo que Kishik (2023) describe lo que denomino como la 'trampa del filósofo esquizoide', en el que el filósofo encuentra una seguridad ontológica posicionándose a si mismo como un no-objeto del mundo que lo rodea, afirmando su existencia mediante la alienación de cualquier referencia externa.
5. Estos textos son un síntoma de esta trampa. El observarme a mi mismo como un objeto de estudio con el tiempo ha causado que me desapegue de mis sentidos y mi cuerpo como medio en el que entiendo al mundo, quedando sólo una metanarrativa que explica el mundo, mas que no está rodeado de él. Algunas veces me descubro a mi mismo describiendo mis emociones en lugar de sentirlas. Un meteorólogo anuncia la lluvia con preciso detalle técnico, pero sin mojarse. En esos momentos mi cuerpo, si aún existía ese cuerpo, se convirtió en un indicador para mantener una narrativa coherente: luces en el panel que me informan demasiado tenues para que puedan cegarme.
6. Probablemente la cura no está en comprender mis relaciones desde una metanarrativa distinta, sino en que en algun momento pueda ser visto sin que yo necesite entender por qué. Permitir que el otro exista sin convertirme en su espejo deformante.