Este texto se escribió a petición y para los ojos de mi profesor Carlos Rodriguez, previo a la entrega de mi calificación reprobatoria de mi estancia profesional en Centro Académico de Atención en Bienestar Integral (CAABI) en Santa Catarina. Contiene los pensamientos que he estado desarrollando en el último tercio de mi estancia. Se escribió en el plazo de dos semanas y se concluyó el 14-10-24.
Engranaje
Esta experiencia se enfoca principalmente en el yo como un engranaje dentro de un sistema de salud y en lo que en lo que he aprendido a través de las organizaciones. Para esta experiencia me detuve a comparar CAABI con Humind, observando cómo estas dos instituciones discrepan en su forma de trabajar para un objetivo aparentemente común, sease un cuerpo que se presenta al público como una organización sin fines de lucro que busca el bienestar de poblaciones vulnerables. A lo largo de toda la carrera he desarrollado un lente crítico a las instituciones sociales basándome en los ensayos de Michel Foucault acerca de la historia de la institución psiquiátrica, además, sumando varias conversaciones con amigos cercanos que han sentido rechazo por parte del ITESM, mi visión crítica inicial hacia la institución se manchó de un tinte de cinismo y rebeldía hacia los individuos quienes dictan mi experiencia académica: el prof. Carlos con las asignaciones clínicas y prof. Daniela como acreditadora del curso.
Mi estancia en CAABI funcionó como un quiebre para esta perspectiva crítica. Durante inicios de la clínica, mis supervisores me notaron nervioso, olvidadizo, distraído y con pobre actitud de aprendizaje. Durante el principio adopté los comentarios como una falla personal que ponía en duda a mis supervisores sobre si estaba realizando un buen trabajo con mis pacientes: un clínico que se observa inseguro, titubeante u olvidadizo no es un buen modelo de salud que CAABI o el Tec busca ofrecer. Cada intervención fallida, junto la incapacidad de realizar mis tareas y actitudes esperadas causaron sentimientos de desapego a mis compañeros junto con cinismo hacia las tareas del CAABI. Por las observaciones de los profesores formulé que ya no me encontraba en la posición de realizar un buen tratamiento a mis pacientes, sino el tener la mejora más explosiva y evidente posible con el fin de que mis supervisores basen su evaluación en mi mejoría en vez de mi desempeño. Poco a poco mis acciones se guiaban más sobre cómo aparentar una mejor función hacia los supervisores en vez de ofrecer un tratamiento a los pacientes.
A unas semanas después de terminar la clínica y recibir mi calificación reprobatoria, comprendí la función de CAABI: CAABI funciona como un facilitador para población socioeconómicamente vulnerable que busca servicios de salud mental. Los clínicos practicantes del CAABI, unidades esenciales del servicio, están suficientemente capacitados para tratar casos clínicos, siempre y cuando estos problemas no sobrepasen la capacidad del practicante para manejarlo, de ser el contrario se refiere a DIF o el HU-Psiquiatría. No significa que los practicantes sean incompetentes, sino que por diseño impensado o deliberado, CAABI solo puede ayudar hasta cierto punto. Esta función contrasta con la que estoy observando recientemente en Humind, donde los clínicos licenciados, supervisores y los clínicos practicantes pueden aportar y decidir colectivamente el curso terapéutico de un paciente.
Considero que CAABI es un ambiente poco predecible, osea, que las tareas a realizar dependen de necesidades abstractas de varios sujetos (Supervisores, padres, pacientes, compañeros) que son difíciles de sintetizar en técnicas e concretas sin la instrucción expresa de alguien con mayor experiencia en un ambiente incierto. En palabras de uno de mis compañeros: 'no sé si estoy haciendo algo bien'. Puedo intuir que el ambiente de CAABI no se favorece para aplicar un protocolo de tratamiento o acción debido a las diferentes maneras de cada supervisor de actuar en cada caso. Esto va más allá de la variedad de modelos psicoterapéuticos, nunca he recibido una respuesta congruente entre supervisores de cuándo se tiene que enviar a un paciente a referencia psiquiátrica o de DIF.
Para los clínicos practicantes, parte del reto de CAABI es sortear y dar sentido a sus peculiaridades administrativas. Es entendible que los alumnos hayan sorteado estos obstáculos utilizando ChatGTP para realizar varios requisitos supuestamente redundantes y tediosos. También han grabado las sesiones en texto para consiguientemente transcribirlos a texto usando WhisperAI. Hablando con unos practicantes, mencionan que las herramientas ahorran tiempo que se puede utilizar en planear tratamiento y dejar espacio para las demás materias. Yo en lo personal tengo inquietudes por usar estas herramientas debido a que ChatGTP almacena la información en servidores desconocidos, rompiendo el contrato de confidencialidad; el utilizar poder de cómputo propio de CAABI para realizar las tareas de transcripción podría ser una solución indeseable para los clínicos supervisores y poco realista para los recursos que cuenta la institución.
He observado en mis tres semanas en la clínica Humind que el ambiente de aprendizaje es mucho más predecible, probablemente producto de un ambiente que favorece la discusión abierta entre varios practicantes y clínicos sobre un mismo caso. Recientemente, Humind creó un protocolo de qué hacer en caso de que un paciente ataque al clínico de manera impulsiva. Yo me di a la tarea de buscar protocolos, y tuve la oportunidad de discutir y presentar las lecturas para llegar a un protocolo en común. Las ideas de Kahneman & Klein (2009) referente a los ambientes de aprendizaje perversos (wicked) y amables (kind) son útiles para separar las diferencias que cuentan ambas experiencias. Los ambientes de aprendizaje perversos (CAABI) se benefician de la experiencia e intuición en situaciones clínicas complejas, en estos ambientes se entrena lo que yo llamo un ojo clínico inductivo. El ambiente amable (Humind) se basa en aplicaciones de instrumentos, métodos de descarte y heurísticos para determinar un diagnóstico previo a la consulta, en estos ambientes se entrena lo que yo llamo un ojo clínico deductivo.
El objetivo de la comparación entre clínicas no tiene como objetivo socavar la función de CAABI: Es muy importante afirmar que Humind está relacionado con un grupo multidisciplinario de psicólogos y psiquiatras que, por requisito, deben en conjunto estar al tanto de ciertos casos críticos. El objetivo de la comparación es explicar cómo yo cambiaría el ambiente para acomodar a un estudiante con mis mismos tropiezos. Parte de mi error en CAABI se lo atribuyo a querer protocolizar un ambiente que no se favorece del protocolo, aunque es probable que una entrevista estructurada estandarizada inicial como el MINI que se utiliza en Humind me hubiera ahorrado tiempo con un paciente con alta sospecha de varias comorbilidades. Yo recuerdo con mayor interés las supervisiones grupales dadas por la profesora Gabriela, el escuchar los casos de mis demás compañeros, el cómo actuaron y cómo se debería actuar en esa situación ha aportado mucho a como tomar una decisión clínica. Sería útil montar pautas para el uso de dispositivos de grabación y de AI para la realización de reportes y viñetas enfocadas en el derecho a la historia clínica y de privacidad de información del paciente. Un conocido me ha sugerido promover estas propuestas a los profesores encargados de CAABI, pero no me considero en posición de sugerir, le pediría a usted profesor utilizar su voz para al menos hacer consciente estos temas a la profesora Gaby o profesora Daniela.
Desde antes de inicios de la clínica decidí buscar metilfenidato para que me ayude a tener un buen desempeño durante la clínica, para ese entonces ya tenía una relación amarga con el medicamento, pero era consciente que necesitaba ese apoyo durante clínicas. Al compartir mi experiencia y hábitos de uso del medicamento con mis compañeros, me encontré con comentarios que reflejaban desvalorización de mis decisiones de tratamiento, aunque el tratamiento me haya ayudado. Al platicar con Daniela respecto a mi pobre rendimiento en la clínica a mediados de la clínica, sentí su presión constante a revelar antecedentes médicos personales y muy sensibles que, hasta esta fecha, yo lo califico como producto de su ignorancia del poder que ella tiene sobre mí. Estallé en llanto cuando revelé mi diagnóstico de TDAH como si a un sacerdote fuera. En ese momento y durante las siguientes dos semanas me arrepentí de perder la compostura: aunque el trato experiencial sea el mismo, simbólicamente me revelé como una víctima de su propia experiencia; ya no soy un estudiante deficiente, sino un paciente con TDAH.
En las supervisiones no había una distinción entre si se me trataba como cliente, paciente o estudiante: lo que actualmente lo interpreto como una supervisión contratransferencial, en ese entonces lo sentí como una sesión de terapia agresiva que asume que mis propios mecanismos de defensa, alienígenas de mi experiencia consciente, evitan que yo pueda tener una buena intervención. Los comentarios y retroalimentación por parte de la prof. Daniela se centraron en resolver un ente ajeno a mi persona (“Busca que te suban la dosis.”…“Has pronto la evaluación neuropsicológica para ver si te ayudamos en la calificación.”). Después de sus comentarios busqué y fallé en adaptar ese 'ente TDAH' como parte de mi identidad: Yo conozco mi experiencia, yo no estoy enfermo y no tengo un diagnóstico formal. Lo mejor que pude hacer es aparentar el papel y seguir instrucciones directas aunque estos sean discordantes con mi autoconcepto y valores. Admito que pasivamente he manipulado las pruebas neuropsicológicas aplicadas con la promesa aparente de tener una ayuda en la calificación, no saboteé la prueba pero no hice mi mayor esfuerzo; es más conveniente asumir el diagnóstico y que este pueda justificar un trato preferencial, a rechazar el ente TDAH y aparecer a ojos de mis profesores como un estudiante flojo e incapaz por el resto de la carrera.